El tango en Japón
José Gobello, presidente de la Academia del Lunfardo, expresó “aunque parezca joda, París es el lugar desde donde el tango llegó a la Argentina”. Se puede ampliar esa acertada expresión de Gobello afirmando que el tango llegó a Japón desde París.
El barón Tsunayoshi “Tsunami” Megata, nacido en Japón el 17 de noviembre de 1896, era hijo de un diplomático japonés y nieto del samurai Kaishu Katsu, el primer guerrero noble que viajó a Estados Unidos. En 1920, para someterse a una operación quirúrgica, Megata arribó a París donde residió hasta el año 1926. Durante su estada en “la ciudad luz” aprendió a bailar el tango en el cabaret “El Garrón”, en el que actuaba la orquesta de Manuel Pizarro, llegando a ser un eximio bailarín.
A su regreso a Japón, Megata llevó grabaciones de tango por “Le Véritable Orchestre Argentin Tano Genaro” (dirigida por Genaro Espósito), por la “Orchestre Argentin Manuel Pizarro”, por la de Bianco-Bachicha (Eduardo Bianco-Juan Bautista Deambroglio) y por varias orquestas francesas. Como las etiquetas de los discos estaban escritas en francés, en Japón creyeron al principio que el tango había nacido en Francia.
En Tokio, el barón Megata instaló una academia de baile gratuita en la que enseñó a bailar nuestra música a la aristocracia japonesa y publicó Un Método para Bailar el Tango Argentino.
A fines de la década del 30 y principios de la del 40, Noriko Awaya y otros cantantes difundieron el tango al estilo japonés. En ese período se constituyeron varias orquestas de tango y en los años 50 actuaban más de 20 conjuntos, siendo el más conocido la “Orchesta Tipica Tokyo” dirigida por Shimpei Hayakawa.
La popularidad que tiene actualmente el tango en Japón se debió también a que durante la II Guerra Mundial se había prohibido la difusión de la música de jazz.
En 1954, la orquesta de Juan Canaro fue la primera que actuó en Japón, a la que le siguieron entre otros los conjuntos de Osvaldo Pugliese y de Francisco Canaro. En 1987 se vio por la televisión japonesa el espectáculo “Tango Argentino” y la revista Asahi Graph le dedicó una edición completa (¡tango!. El baile, el canto, la historia, de Simón Collier, Artemis Cooper, María Susana Azzi y Richard Martin. Ediciones Odín. Barcelona, España, 1997).
Japón, por su parte, nos envió a la fina cantante Ranko Fujisawa quien, por no conocer el castellano, cantaba tangos fonéticamente. Dice Horacio Ferrer que, en el idioma japonés, la palabra ‘shibui’ significa “la apariencia amarga de lo que es positivamente hermoso”. “Así, el tango es una suerte de shibui canyengue” (El Siglo de Oro del Tango. Manrique Zago ediciones. España, 1998).
En 1981, Luis Alfredo Alposta -quien fue el primero que dio a conocer el nombre de Megata y su obra de pionero y difusor del tango en Japón- escribió la letra de A lo Megata, a la que Edmundo Rivero le puso música grabándolo en 1983 con el acompañamiento de la orquesta de Leopoldo Federico en la que actuaba el bandoneonista Yoshinori Yoneyama.
Ese tango fue ejecutado por primera vez en Japón el 29 de mayo de 1982 en el
14° aniversario del fallecimiento del barón Megata. Dicen sus versos:
"El barón Megata, en el año veinte,
se tomaba el buque con rumbo a París,
y allí, entre los tangos y el “dolce far niente”,
el japonecito se hizo bailarín.
Flaco y bien plantado. Pinta milonguera.
De empilche a lo duque, aun siendo barón.
Bailó con Pizarro, y una primavera
empacó los discos y volvió a Japón.
Y así llevó el tango
a tierra nipona,
donde gratarola
lo enseñó a bailar.
Cuentan que Megata
no cobraba un mango,
por amor al tango
y por ser bacán
No sólo enseñaba cortes y quebradas,
también daba clases de hombría de bien;
junaba de noches y de madrugadas,
piloteaba aviones y más de un beguén.
Y tal vez ahora, que está aquí presente,
mientras una Sony nos pasa “Chiqué”,
alguien, allá en Tokio, elegantemente,
baile a lo Megata sin saber quién fue."
No hay comentarios:
Publicar un comentario